El búmeran de AMLO en la aviación

Cuando el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador determinó enviar a la aviación de carga al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, con la finalidad de promover la utilización de la nueva terminal aérea ubicada en Santa Lucía, Estado de México, quizá poco o nada reflexionó sobre las repercusiones que la medida tendría en la aviación.

Apenas el sábado pasado, la administración del presidente Donald Trump, en voz del Departamento de Transporte de Estados Unidos, dio a conocer que podría rechazar vuelos procedentes de México derivado del supuesto incumplimiento del acuerdo bilateral de aviación establecido en 2015.

Y es que, de acuerdo con las autoridades estadounidenses, nuestro país no se habría apegado a dicho acuerdo desde 2022 cuando, por órdenes de AMLO, decidió terminar con los slots (horarios de despegue y aterrizaje para las operaciones de las aerolíneas) y posteriormente, en 2023, determinó que los aviones de carga deberían salir del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM).

Si ya teníamos suficiente con el tema de los aranceles, ahora se suma esta problemática que, de acuerdo con especialistas, podría tener efecto negativo en la industria aérea mexicana ya que las aeronaves que busquen viajar a Estados Unidos deberán presentar su planificación de rutas para revisión y esperar su aprobación, lo mismo que los llamados vuelos “chárter”, ya sea de carga o pasajeros de gran tamaño, que se trasladen de México a la Unión Americana.

Además, pone en dificultades la alianza comercial entre la aerolínea estadounidense Delta y Aeroméxico, que si bien no tendría una afectación patrimonial por sí sola, dicha sociedad ya no tendría razón de ser si las autoridades estadounidenses concretan el fin de la colaboración, lo que evitaría que ambas pudieran coordinar vuelos y tarifas conjuntamente.

Pero mientras el gobierno estadounidense acusa de abuso y prácticas anticompetitivas al gobierno mexicano, la presidenta Claudia Sheinbaum asegura que no ha recibido una notificación formal y destaca que México es un país soberano que puede tomar sus propias decisiones, como la valoración de enviar la aviación de carga al AIFA por cuestiones técnicas y de seguridad.

Pues será el sereno, pero nuevamente tenemos otra controversia que dirimir con la administración Trump antes de que se generen afectaciones al sector aeronáutico de pasajeros y de carga que viaja entre las dos naciones, además de que una vez más surge la interrogante de qué habría ocurrido si no se hubiera cancelado la construcción del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México en Texcoco.

Morena: un Consejo para olvidar

Con el compromiso de afianzar su identidad y blindarse frente a la serie de escándalos desatados recientemente, Morena celebró el fin de semana su VIII Consejo Nacional Extrtaordinario en la Ciudad de México.

Difícilmente el encuentro podría calificarse como un éxito. La pretendida reafirmación política con la que planteaba proyectarse terminó convirtiendose en una fiesta de máscaras con que se pretendió maquillar con aplausos y proclamas una crisis moral propia de una fuerza política que, en muy poco tiempo, ha ido adquiriendo los vicios del poder propios de un partido en plena decadencia.

Lejos de destacar las grandes proclamas como el anuncio de los nuevos comités seccionales, la aprobación del Plan Municipalista o la reactivación del Consejo Consultivo como órgano auxiliar de la dirigencia nacional, lo que dominó la escena fueron las grandes ausencias así como las “loas” al ex secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, cuyo nombre se encuentra en entredicho luego de que se revelara que su secretario de Seguridad cuando fue gobernador en Tabasco, Hernán Bermúdez, fuera acusado de liderar a la organización criminal conocida como “La Barredora”.

Los que brillaron pero por su inasistencia, fueron el coordinador de Morena en la Cámara de Diputados, Ricardo Monreal, quien argumentó su omisión aduciendo un “compromiso familiar e “inexplicablemente” Andres Manuel López Beltrán (antes Andy), quien ocupa el cargo de secretario de Organización de Morena desde octubre pasado. En un evento de tal envergadura, resulta claro que estas dos importantes faltas no resultan casuales y hay elementos de fondo que hablan claramente de que la cohesión en el partido oficial se perdió con la partida de su tlatoani, Andrés Manuel López Obrador, y que pese a los llamados de apoyo a cerrar filas con la presdienta Claudia Sheinbaum, ésta no termina de acabar de ser santo de la devoción de toda la militancia.

El caso de Monreal es más claro, hace apenas una semana anunció que en su carrera política se encuentra de salida y que ya no luchará por ningún cargo público. En algún momento, específicamente durante la selección por la gubernatura de la Ciudad de México, Monreal tuvo diferencias con la propia presidenta, mismas que al parecer no se superaron completamente. En un acto de lo que antes se conocía como “indisciplina”, tanto Ricardo Monreal como Adán Augusto López lograron retrasar la reforma contra el nepotismo hasta el 2030 contra los deseos de la mandataria que propuso su entrada en vigor en 2027. Monreal es un contrapeso dentro del nuevo liderazgo encabezado por la mandataria y la vieja guardia, un contrapeso que podría llegar a convertirse en un lastre.

El caso de Andrés Manuel López Beltrán es más complicado, al ser hijo del mentor de Sheinbaum.  Sus objetivos son muy distintos. Mientras la mandataria busca consolidar un liderazgo institucional y más técnico, Andy (como se le conoce cariñosamente) trata de erigirse como una figura clave dentro del partido sin contar con los apoyos suficientes para liderar la Cuarta Transformación. Los resultados en su primer acto electoral fueron más que pobres con una baja participación en Durango y Veracruz lo que fue mal recibido en Palacio Nacional.

Al final, un encuentro para el olvido. Morena tiene hoy todo el poder: la Presidencia, la mayoría en el Congreso, más de 20 gubernaturas pero se encuentra sumido en la autocomplacencia; si el poder no se revisa a sí mismo, se degrada, y en este Consejo no hubo evaluación sino celebración.

La historia ha demostrado que los partidos no se derrumban por sus adversarios, sino por sus contradicciones internas. Algo en lo que tendría que ponerse a pensar muy seriamente Morena.

La salud de las estructuras

En noviembre de 2007, siete personas murieron y más de cien resultaron heridas, varias de gravedad, al derrumbarse la tribuna del estadio Fonte Nova, en Salvador de Bahía, Brasil, casi al finalizar el partido en el cual los aficionados festejaban el ascenso del Club Bahía a la segunda división.

No es la misma intensidad de los aficionados de los años 50 de los de hoy en día. Así como el caso del Fonte Nova -estadio inaugurado en 1951-, hay en el mundo unas 20 tragedias similares donde colapsaron las tribunas, con estadios de más de 50 y hasta 100 años, donde evidentemente había un deterioro por la resonancia constante en las gradas pero, sobre todo, porque no hubo un monitoreo de la estructura, como ahora es exigencia de la FIFA en todos los estadios de futbol.

El monitoreo de la salud estructural de cualquier estructura -edificio, puente, estadio-, es un requisito técnico, una responsabilidad preventiva y un compromiso ético para el Colegio de Ingenieros Civiles de México pues, aunque se consideran todas las variables y se busca el mínimo de probabilidad de falla posible, “no existe probabilidad de falla igual a cero”, de acuerdo a Darío Rivera Vargas, coordinador adjunto del Comité de Seguridad Estructural del Colegio, experto en el tema, en diálogo con sus colegas.

Por ello, el también vicepresidente de la Sociedad Mexicana de Ingeniería Estructural, considera pertinente el monitoreo de la salud estructural, el cual es como un chequeo médico, pues consiste básicamente en evaluar y garantizar la confiabilidad de las estructuras mediante la medición de su respuesta ante diferentes pruebas aplicadas, para detectar, localizar y evaluar los daños mediante el análisis de los resultados, y así estimar la vida útil que le queda al inmueble o, en consecuencia, aplicar algún esquema de rehabilitación que sea el más conveniente para prolongar la vida útil de estas construcciones.

Lo anterior aplica desde el caso referido de estadios, hasta la conservación de monumentos históricos, pasando por puentes vehiculares o ferroviarios, edificios con todo tipo de funciones. El monitoreo de la salid estructural evita catástrofes y, además, genera ahorros de mantenimiento y hasta en seguros de inmuebles, puesto que el propietario puede demostrar que se tienen las medidas preventivas adecuadas para mantener útil y seguro el inmueble.

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