Micropásticos: amenaza latente para la salud

La presencia de partículas diminutas de plástico en el ambiente, conocidas como microplásticos y nanoplásticos por te­ner un tamaño menor a 5 milímetros y 1 nm, se ha convertido en un problema para la salud de los seres vivos, en todo el mundo.

Según la Organización Mundial de la Sa­lud (OMS) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), los microplásticos incluyen tanto partícu­las primarias diseñadas para ser pequeñas, como las microperlas usadas en cosméticos y productos de cuidado personal; como par­tículas secundarias que resultan de la degra­dación de objetos plásticos más grandes que son expuestos al sol, viento y agua.

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Incluso la ropa, sobre todo la que está elaborada con telas sintéticas como el nailon y el poliéster, desprenden hasta 700 mil fibras microplás­ticas en cada lavada, las cuales llegan a los sistemas de aguas residuales.

Su tamaño microscópico les permite atra­vesar filtros convencionales y contaminar fuentes de agua potable, alimentos marinos y terrestres, e incluso el aire que respira­mos hasta llegar al organismo humano.

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Producción de plásticos

Un estudio realizado por investigadores de la Universidad Estatal de Oklahoma, evidenció que estas partículas se pueden alojar en el torrente sanguíneo y llegar a órganos como el hígado, riñón y el cerebro, ocasionando afectaciones graves a la salud, como el riesgo de eventos cardiovasculares.

Según Statista, en 2022, la producción mundial de plásticos alcanzó aproximada­mente 400 millones de toneladas, y se prevé que para el 2050, este volumen se duplique llegando a cerca de 800 millones anuales si no se implementan cambios significativos en la industria.

La región de Asia concentra más del 50% de la producción global de este material. Los envases representan casi el 40% del peso to­tal de los residuos derivados generados en el mundo.

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Desafortunadamente, el reciclaje no ha seguido el mismo ritmo que la fabricación. En 2022, sólo el 9.5% del total producido fue elaborado a partir de material reciclado.

De los 268 millones de toneladas desechadas ese año, el 34% se incineró, un 40% terminó en vertederos, el 11% se gestionó de manera in­adecuada y solo 75 millones se destinaron al reciclaje; de estos, el 50% se transformó en nuevos productos, según un análisis realiza­do por la Universidad Tsinghua, de Beijing, China.

Lo preocupante de esta situación, es que a nivel global sólo el 6% de los residuos plásticos se reciclan; es decir, más del 90% dañan los ecosistemas, ya que estos pueden tardar hasta 400 años o más en degradarse.

En México, según datos de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semar­nat), se generan 42 millones de toneladas de residuos sólidos al año, de los cuales 8 millones son plásticos que terminan en la basura; y de acuerdo con el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), menos del 12% de los residuos que se generan se reciclan.

Cabe mencionar que según ECOCE, actual­mente en el país se recuperan 500 mil bote­llas de PET, equivalente al 60% del total que salen al mercado; una cifra que rebasa los ni­veles de países como Estados Unidos, Canadá y Brasil.

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Sin embargo, el desequilibrio entre pro­ducción y reciclaje genera un grave proble­ma ambiental, ya que grandes cantidades de plástico terminan contaminando ecosiste­mas terrestres y marinos, con consecuencias negativas para la biodiversidad y la salud humana.

Datos de Statista indican que la acu­mulación de residuos plásticos en ríos y océa­nos podría aumentar un 177% entre 2025 y 2060, alcanzando cerca de 500 millones de toneladas.

Impacto en la salud

Diversos estudios han alertado sobre los riesgos potenciales que representan los mi­croplásticos para la salud humana.

Investi­gaciones de la OMS evidencian que estas par­tículas están presentes en frutas, verduras, agua potable y el aire; y pueden ingresar al cuerpo a través de la ingestión, inhalación o contacto dérmico.

Una vez dentro del organismo, pueden atravesar las barreras celu­lares como la mucosa intestinal y pulmonar y alojarse en órganos vitales, provocando inflamación, estrés oxidativo, toxicidad y el riesgo de enfermedades crónicas.

Afectaciones crónicas por microplásticos

Además, la exposición prolongada a micro­plásticos puede ocasionar trastornos meta­bólicos, problemas respiratorios y alteracio­nes en el sistema inmunológico; por lo que la preocupación crece.

Investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) evidenciaron en diversos estudios que el cáncer de mama podría estar relacionado con el uso de plás­ticos, de manera específica con bisfenoles y ftalatos, sustancias químicas que se encuen­tran en la mayoría de plásticos.

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Ante este escenario, la industria del plás­tico está avanzando hacia la sostenibilidad mediante la innovación tecnológica, como la extrusión de bioplásticos y materiales reci­clables, y la mejora en la eficiencia de los pro­cesos productivos.

Sin embargo, para combatir la contamina­ción por microplásticos es urgente incremen­tar el reciclaje, adoptar prácticas sostenibles para mitigar el impacto ambiental, así como un enfoque integral que involucre a gobier­nos, industria, y sociedad civil.

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