La influencia de Omar García Harfuch

La propuesta de nombramiento de Omar Reyes Colmenares como nuevo titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), en caso aprobarse en la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, lo que seguramente ocurrirá, deja nuevamente de manifiesto el gran poder de influencia que ejerce el actual secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, en la administración de la presidenta Claudia Sheinbaum.

Desde que se integró en 2019 al gobierno capitalino, como jefe general de la Policía de Investigación de la Fiscalía General de Justicia de la CDMX, García Harfuch ha dejado en claro que un importante número de las decisiones de la mandataria federal van de la mano de sus propuestas o sugerencias. Para muestra, varios casos.

Cuando inició su gestión como titular de la SSC en la Ciudad de México, pese a su salida de la Fiscalía capitalina, varios de sus más cercanos colaboradores continuaron en la institución de procuración de justicia en cargos de suma relevancia, como es el caso de Francisco Almazán Barocio, ex titular de la PDI, quien actualmente es el titular del Centro Nacional de Inteligencia, nada menos que la institución que otorga a la SSPC la información privilegiada que permite actuar en contra del crimen organizado.

Otro perfil muy cercano a García Harfuch es el de Marcela Figueroa Franco, quien se desempeña como secretaria ejecutiva del Sistema Nacional de Seguridad Pública, y ha acompañado al ex jefe de la Policía de la Ciudad de México desde 2019 en que fungió como directora general de Carrera Policial y, posteriormente en 2021, cuando fue nombrada subsecretaria de Desarrollo Institucional.

También tenemos el caso de César Oliveros Aparicio, quien también formó parte de la Fiscalía de la Ciudad de México como coordinador general de Investigación de Delitos de Alto Impacto y posteriormente fue designado como titular de la Unidad de Análisis Estratégico de la Secretaría de Seguridad federal, para integrarse posteriormente a la Fiscalía General de la República, en la Fiscalía Especial en Investigación de Delitos en materia de Hidrocarburos. Ligado al combate a ese delito, no podemos omitir a Israel Benítez López, mejor conocido como el Jefe Máximo, quien se desempeñó como subsecretario de Operación Policial en la SSC y actualmente ocupa el cargo de titular de Pemex Logística.

Y desde luego a Pablo Vázquez Camacho, quien hoy día es el responsable de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, donde fungió como subsecretario de Participación Ciudadana, después de haberse desempeñado como director general de Prevención del Delito y Servicios a la Comunidad en la Subprocuraduría de Derechos Humanos de la entonces Procuraduría General de la República, cuando García Harfuch fue titular de la Agencia de Investigación Criminal.

Sin duda, los resultados entregados por Omar Hamid García Harfuch, a diferencia de Genaro García Luna, controvertido personaje que en su momento contó con un poder similar, han resultado determinantes para que la presidenta Claudia Sheinbaum haya depositado toda su confianza en el actual coordinador del Gabinete de Seguridad federal, quien ha sabido encaminar sus esfuerzos, conocimiento y experiencia en acciones concretas en contra de la delincuencia organizada.

Remesas: un México sin red de protección

Pese a las declaraciones optimistas que surgen todos los días de Palacio Nacional y sin perder la objetividad, lo cierto es que las condiciones para el desarrollo de la economía de nuestro país no se encuentran en su mejor punto. La desaceleración económica, la disminución del consumo interno, la menor inversión pública desde la llegada del gobierno de Claudia Sheinbaum, no auguran nada bueno.

Por si fuera poco, otro de los indicadores que durante la gestión de Andrés Manuel López Obrador se nos presumió como un logro del gobierno también se está viniendo abajo: las remesas que durante años rompieron récords.

Desde la llegada de Donald Trump, a esta segunda presidencia, los envíos desde la Unión Americana han registrado una caída superior a 7% arrastrados por una política migratoria que se muestra cada vez más agresiva, la fiscalización de transferencias y un entorno hostil para los trabajadores mexicanos.

Lo que alguna vez fue una fuente de ingresos segura y constante para millones de familias, ahora se ha vuelto incierta, afectando grandes zonas de la geografía nacional, cuya economía depende, en buena parte de esos flujos. La fuente de las remesas podría estar empezando a secarse en el momento en el que el país más la necesita.

Tan solo en junio estos ingresos tuvieron una caída de 16.2 % con respecto al mismo mes del año pasado, la mayor caída anual desde septiembre de 2012 cuando se intensificaron las deportaciones y controles migratorios bajo el gobierno de Barak Obama.

El temor se ha apoderado de una comunidad que durante años ha sido contratada para realizar los trabajos más duros con salarios fuera de la ley (por la carencia de papeles), en sectores como el de la construcción y los servicios que muestran una baja. Paralelamente, nuestros connacionales se están viendo en la necesidad de ahorrar para enfrentar alguna contingencia legal; a lo que se suma la incertidumbre sobre el posible impuesto a las remesas.

El problema no es menor. Se estima que 11 millones de hogares mexicanos dependen total o parcialmente de estos recursos, lo que significa que están recibiendo menos dinero para su subsistencia dinero que se desvanece aún más por la fortaleza del peso.

Para entidades como Chiapas, Guerrero, Michoacán, Oaxaca, Puebla y Zacatecas representa entre el 10 % y el 20 % de su PIB estatal, en comunidades en donde no hay empleos formales y las remesas son la fuente principal de ingresos. Lo que puede llevar a una mayor deserción escolar, intensificar la migración interna y estimular el trabajo infantil.

Hay que decirlo con claridad, estos envíos son una columna económica para México. Su caída pone en evidencia la debilidad estructural del país ante decisiones políticas externas y la falta de desarrollo regional sostenible. Urge revertir el modelo, si no queremos que las próximas generaciones vivan también con el hacha al cuello.

Presas, la mejor opción contra el cambio climático

La única forma que existe como humanidad para mitigar la adaptación del cambio climático, es almacenar agua limpia para la población, de acuerdo a la Comisión Internacional de Grandes Presas, el Comité Internacional de Irrigación y Drenaje, la Asociación Internacional de Hidrogeneración de Energía y la Asociación Internacional de Recursos Hidráulicos, las cuatro instituciones internacionales y reconocidas. Esto significa no sólo contar con agua para el consumo, sino también para la generación de energía renovable, pues se espera que para 2050, se triplicará el requerimiento de energía y de agua limpia, y se duplicará el de alimentos provenientes de áreas cultivables.

Almacenar agua y generar energía limpia significa construir y modernizar presas, para lo cual se deben considerar los avances tecnológicos para su mayor aprovechamiento y acorde a las temporadas. Por ejemplo, mientras este año, junio ha sido el más lluvioso de lo que va del año, y presas como la de El Palote, en León, que estuvo completamente seca, ya se ha tenido que ser desfogada; en 2024 la sequía tuvo varias presas debajo de sus niveles y, en su caso, con hidroeléctricas paradas. Es así como surge la cuestión de cómo aprovechar mejor el agua en las presas generadoras de energía, tanto en lluvias como en secas.

Humberto Marengo Mogollón, subdirector General Técnico de la CONAGUA, expuso ante integrantes del Colegio de Ingenieros Civiles de México (CICM), una alternativa para incrementar la generación de energía hidroeléctrica que es la “moda” a nivel mundial: el sistema de rebombeo. Este sistema es muy sencillo: consiste en contar con un embalse superior y uno inferior y,  a través de energía eólica o solar, se bombea el agua al superior, cuya agua almacenada se emplea en las horas de mayor demanda, sea para generación de energía o para consumo, sin impacto ambiental, generando energía firme y confiable, con ahorros significativos.

Como referencia, el experto en presas dijo que actualmente en Estados Unidos y Canadá generan 22,441 y 177 megawatts respectivamente a través de rebombeo; mientras Europa está desarrollando proyectos para generar 20,000 megawatts, y China contempla proyectos colocando las celdas solares flotando en el embalse. En México, apenas hay aprobado un proyecto por rebombeo. Lento, pero ya es un comienzo.

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