La unidad de la 4T y el corral de la ignominia
En el informe multitudinario que dirigió la presidenta Claudia Sheinbaum en la Plaza de la Constitución, con motivo de su primer año de labores, la mandataria lanzó un mensaje de unidad de la 4T, ya que aseguró que pese a que los adversarios han buscado dividir al movimiento no lo han logrado.
Por un lado, la jefa del Ejecutivo federal no desaprovechó la ocasión para rechazar de nueva cuenta una posible injerencia de gobiernos extranjeros, en clara alusión a las reiteradas ocasiones en que el gobierno estadounidense ha insinuado que podría intervenir en suelo mexicano para eliminar a los carteles de la droga.
Y desde luego, ante un zócalo lleno de seguidores, servidores públicos “invitados” y muchos otros acarreados, no dudó en afirmar que México va por el camino correcto de la mano de la Cuarta Transformación, la cual dijo, es del pueblo, al tiempo en que aseguró que no le va a fallar al país.
En ese llamado a la unidad, en el que estuvieron presentes las y los gobernadores de 28 entidades de la República Mexicana y la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, con excepción de los mandatarios de Chihuahua, Guanajuato y Jalisco, llamó la atención el lugar que ocuparon Adán Augusto López, Ricardo Monreal y Andrés Manuel López Beltrán, a quienes se les asignó un espacio que pareció el corral de la ignominia, dados los escándalos que los tres han protagonizado.
Y aunque la presidenta Sheinbaum aseguró que el lugar que ocuparon el senador, el diputado y el secretario general de Morena no tenía nada de malo, no faltó el mal pensado a quien se le vino a la mente aquel episodio ocurrido hace unos meses en que dichos actores políticos prácticamente ignoraron a la presidenta mientras se tomaban una “selfie”. La pregunta es ¿Los mandaron al corral por alguna razón en particular o en verdad fue una extraña coincidencia?
La Franja de Gaza y el espejismo de una paz duradera
La guerra de Gaza cumple dos años y las negociaciones de paz se juegan contra reloj. En un mundo ideal 48 rehenes israelíes (20 de ellos vivos) en manos del grupo extremista islámico Hamas, podrían quedar libres esta misma semana, a cambio de mil 950 palestinos, de los cuales 250 han sido sentenciados a cadena perpetua. Las negociaciones forman parte de un ultimátum impuesto por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
El futuro se sigue viendo tan incierto como entonces. Egipto es el escenario donde mediadores de la Unión Americana, Qatar, Turquía y el propio anfitrión, buscan cuadrar un acuerdo que lleve a un cese el fuego sostenido que permita a los secuestrados regresar a sus hogares.
No se ve fácil, las partes en pugna no se muestran dispuestas ni siquiera a verse a las caras, de ahí la necesidad de actuar con intermediarios. Trump impuso el plazo de una semana, por lo que la cuenta regresiva está corriendo. De no aceptar, Hamas enfrenta su aniquilación total y absoluta de ahí que las conversaciones mantengan un ritmo más pausado que lo deseado. Quien negocia con una pistola en la sien difícilmente adquiere compromisos sólidos, mucho menos en una tierra a la que le sobran cicatrices, rencores y en donde la confianza hace mucho tiempo dejó de ser moneda de cambio.
Cada una de las partes se ha mostrado dispuesta a empezar por sus prioridades: el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, quien encara una fuerte presión social por una parte y la intransigencia de los ultra ortodoxos que lo mantienen en el poder por la otra, se inclinó por los rehenes.
Hamas, por su parte, más preocupado por sobrevivir que por la situación crítica por la que atraviesa su pueblo, pelea por no ser excluido de su rol político en Gaza como condiciona Trump.
¿Hay posibilidades reales de éxito? Sí, si por éxito entendemos que esta semana las familias de algunos rehenes recuperen a sus seres queridos y los bombardeos den un respiro a la población civil. No, si hablamos de una paz duradera, de un modelo de gobernanza que resuelva las aspiraciones nacionales palestinas y garantice la seguridad de Israel.
Resulta paradójico. En estos momentos la paz más urgente no es la que anhelan los pueblos, sino la que se mide en horas de vida para quienes se encuentran en cautiverio. Si esos 20, de los que hablábamos en un principio, regresan a casa, el plan habrá cumplido su primera meta, del otro lado, mientras La Franja de Gaza siga gobernada por las armas y la desconfianza, lo acordado aún por los mediadores, por bien intencionado que sea, será apenas un respiro muy lejos de una solución real.
Ingeniería en tiempos de incertidumbre
Hay ciertas épocas y eventos que son parteaguas en la historia de la humanidad. Estos momentos, que en otros tiempos estaban espaciados por siglos, en los tiempos recientes se han dado vertiginosamente. En menos de 100 años hemos pasado de la Segunda Guerra Mundial, la caída de la Unión Soviética, a los tiempos actuales, marcados por la incertidumbre: cambios políticos en México y el mundo; amagos de reacomodos geopolíticos; vuelta al proteccionismo comercial, desgaste de la democracia en favor de regímenes autoritarios y la irrupción de nuevas tecnologías.
Para hablar de estos tiempos inciertos y el papel de la ingeniería civil, estuvo Enrique de la Madrid Cordero en el Colegio de Ingenieros Civiles de México, quien identificó como el principal reto de nuestro país que crezca más la economía y genere más empleos. El ex funcionario público y ex aspirante presidencial, ahora analista y consultor, señaló que el país tiene enormes ventajas comparativas, y enumeró: población más joven que Europa y el resto de Norteamérica; se encuentra junto a la economía más grande del mundo; riqueza cultural y natural -incluido gas y petróleo-; la megadiversidad del territorio; tratados de libre comercio con 50 países; es el sexto país más visitado del mundo; cuarto exportador automotriz; séptimo exportador de alimentos, y cuenta con la sexta industria electrónica más grande a nivel mundial.
Asimismo, De la Madrid Cordero, planteó algunas tareas estratégicas: definir destino común como nación; construir valores compartidos, definir reglas del juego con un mínimo común denominador que permita conciliar entre nosotros, regresar a conceptos básicos que compartimos, y reconstruir la confianza entre nosotros.
En cuanto al papel de la ingeniería civil, Enrique de la Madrid dijo que es necesario tener las definiciones generales en materia de economía, infraestructura, salud, y otros, donde se reivindique qué corresponde a los políticos, y qué a los técnicos. También señaló la importancia de defender el estado de derecho en la obra pública, como son concursos justos, rendición de cuentas, sin improvisaciones y con planeación a largo plazo; y recomendó regresar a un enfoque municipal y federalista de la obra pública.
“Cuando la política divide, quizá la ingeniería nos une”, porque las obras no tienen partido, ni color, las obras sirven y nos sirven a todos, concluyó Enrique de la Madrid.
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