El costo económico oculto del cáncer de mama en México

El cáncer de mama es el tipo de cáncer más diagnosticado en el mundo; concentra cerca del 12% de todos los casos y es la principal causa de muerte oncológica entre las mujeres, según la Organización Panamericana de la Salud.

En México, la carga económica del cáncer de mama es otra faceta del problema y sus implicancias para la sociedad.

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Impacto económico

Aunque solo representa el 0,2% del gasto en salud su impacto económico es considerable: el sector público invierte más de 4 mil 200 millones de pesos al año en atención, principalmente en diagnóstico y tratamiento en etapas avanzadas.

Mientras que la baja productividad por incapacidades laborales y mortalidad prematura tiene un costo de más de 9,000 millones de pesos anuales.

El panorama es preocupante en América Latina y el Caribe, donde solo en 2022, según datos de OPS, se registraron más de 220.000 nuevos diagnósticos y cerca de 60.000 muertes. Estas cifras reflejan la magnitud de un problema que trasciende lo sanitario.

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Afectaciones en la vida laboral

Además de la carga para los sistemas de salud, que implican los altos costos de consultas, tratamientos y medicamentos, la enfermedad impacta directamente en la vida laboral, familiar y económica de las pacientes.

Una gran proporción de estas mujeres, en muchos casos jefas de hogar, deben interrumpir o reducir su trabajo, sufriendo la pérdida de sus ingresos, ya sea por los efectos y el costo del tratamiento o por la imposibilidad de reincorporarse nuevamente a sus tareas.

A esto se suman las dificultades propias de la economía del cuidado: muchas mujeres deben seguir atendiendo a hijos, personas mayores u otros familiares mientras atraviesan sus terapias, lo que incrementa la sobrecarga de tiempo, dificulta su tratamiento y limita sus posibilidades de generar ingresos.

Quienes no cuentan con una red de apoyo enfrentan un escenario todavía más complejo, ya que deben compatibilizar su propia recuperación con las responsabilidades de cuidado.

El impacto también se refleja en la supervivencia: la mortalidad por cáncer de mama afecta de manera desproporcionada a los países de ingresos bajos y medianos.

Según el Observatorio Global del Cáncer del IARC, más de la mitad de las mujeres diagnosticadas en estas naciones (56%) fallecen, frente al 17% en países con muy alto HDI.

América Latina y el Caribe reflejan esta desigualdad: pese a que la incidencia de casos es menor que en Europa o Norteamérica, la mortalidad es relativamente más alta, especialmente en mujeres jóvenes.

La brecha se explica por una serie de factores muy concretos y evitables como el diagnóstico tardío, el acceso limitado a tratamiento y deficiencias en infraestructura sanitaria, que convierten al cáncer de mama en una causa de muerte prevenible en la región.

A escala global, las proyecciones son aún más alarmantes: para 2030 podrían registrarse 2,74 millones de nuevos casos y 857 mil muertes anuales, según la Organización Mundial de la Salud, y en 2040 la cifra escalaría a 3,19 millones de diagnósticos y 1,04 millones de fallecimientos, con un impacto creciente en lo económico, sanitario y social.

Estrategias de detección temprana

Fortalecer los sistemas de salud con estrategias de detección temprana y tratamientos eficaces y accesibles, es urgente, ya que incide mayoritariamente en las expectativas de vida.

Iniciativas como las de Pro Mujer, empresa social que brinda servicios de salud y capacitación a través de programas de concientización y herramientas digitales como chatbots, permiten reducir hasta un 30% los costos asociados al tratamiento tardío, facilitando el autodiagnóstico y la intervención médica temprana.

Solo en 2024, estos recursos brindaron información a más de 16 mil personas, y el chatbot específico sobre cáncer de mama fue utilizado por más de 5.500 mujeres, promoviendo mayor control sobre sus decisiones de salud.

Complementar estas soluciones con inclusión financiera y enfoque de género amplía el acceso a seguros y servicios, abordando el cáncer de mama como un desafío sanitario, económico y de equidad que impacta el desarrollo de millones de mujeres en la región.

El control del cáncer de mama es, ante todo, una cuestión de género, igualdad y derechos humanos. Proteger a las mujeres no solo salva vidas, sino que también fortalece a las familias, a las comunidades y a la economía.

La detección temprana y el acceso oportuno a tratamientos eficaces son clave, especialmente en contextos con recursos limitados, donde facilitar el acceso a la salud y sostener programas de educación puede marcar la diferencia y reducción de la mortalidad.

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