El camino dorado hacia los 10 000 dólares la onza

La onza de oro acaba de marcar un hito histórico al superar los 4 000 dólares por onza esta semana. Ese avance se aceleró cuando el presidente Donald Trump anunció un arancel adicional del 100 % a China y restricciones a las exportaciones de software.

Como resultado, los mercados bursátiles vivieron la peor caída desde la cúspide del caos comercial de abril. Al mismo tiempo, el dólar se debilitó mientras el oro subió un 1,5 %, reafirmando su condición de activo refugio.

En este contexto, Washington López señaló que sus pronósticos alcistas sobre el metal precioso se han cumplido antes de lo esperado. Cita además su papel habitual como cobertura contra la inflación, la desdolarización de bancos centrales tras el congelamiento de activos rusos, el estallido de la burbuja inmobiliaria en China y la guerra comercial de Trump. Ahora apuntamos a 5 000 $ en 2026… si continúa por la senda actual, podría alcanzar los 10 000 $ antes de que termine la década”.

¿Por qué podría el oro arribar a esa cifra estratosférica?

En primer lugar, la política de la Federal Reserve (Fed) cambió de rumbo: recientemente pasó a cortar tasas mientras se preocupa más por el mercado laboral estancado que por la inflación, que sigue por encima de su meta del 2 %. Esa expectativa de recortes añade combustible al alza del oro.

Asimismo, la deuda pública en las grandes economías alcanza niveles desorbitados lo que torna a los inversores nerviosos respecto a las divisas globales. Esa inquietud genera lo que se llama “la operación de depreciación” o debasement trade, que apuesta por metales preciosos (y otros activos refugio) en escenarios de inflación elevada o monedas en pérdida de confianza.

Por otra parte, la compra de oro por parte de bancos centrales se intensifica. Los volúmenes recientes duplican el promedio 2016–2021 y reflejan diversificación lejos de los activos denominados en dólares. Esa acumulación estratégica fortalece la base de demanda estructural para un alza prolongada del oro.

Así pues, bajo el supuesto de persistencia de esos vientos de cola —tasas en declive, inflación persistente, devaluación de monedas fiduciarias y compras de bancos centrales— el umbral de los 10 000 dólares la onza aparece menos ficción y más posibilidad.

Dicho esto, la escalada hacia ese nivel no está exenta de obstáculos. El propio sector alerta que el ritmo de ganancias podría desacelerarse conforme algunos de los factores impulsores se diluyan. Pero para el analista que escribe este artículo con lentes expertos en el mercado del oro, la tesis alcista tiene fundamentos sólidos y un escenario plausible de materialización en el plazo medio.

En definitiva, el oro podría no solo brillar; podría resplandecer con luz dorada hacia los 10 000 dólares por onza si el guion bursátil y monetario se desarrolla según el libreto ahora desplegado.

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