La Fórmula 1: el negocio perfecto

No cabe duda que, pese a lo costoso que representa para un aficionado, acudir a presenciar una carrera de Fórmula 1 en la capital del país, el Gran Premio de la Ciudad de México continuará siendo, por muchos años más, un negocio poderosamente lucrativo.

Para muestra un botón, hace un par de días, el Gobierno de la Ciudad de México, en voz de su titular, Clara Brugada, informó que la derrama económica que dejó la carrera celebrada en la capital del país ascendió a cerca de 20 mil millones de pesos.

De acuerdo con las autoridades, la Fórmula 1 genera también empleo temporal, además de que fortalece la actividad económica con un impacto positivo que implica más allá de la carrera celebrada en el Autódromo Hermanos Rodríguez, es decir, para toda la ciudad, e incluso para el país.

La Cámara Nacional de Comercio de la Ciudad de México, la CANACO, ya había anticipado días antes de que se desarrollara la justa automovilística, que se obtendrían ingresos cercanos a la cantidad señalada por la mandataria local, por concepto de servicios, comercios, restaurantes y hoteles, una cantidad nada deshonrosa.

Además, en próximos días se tendrá la venta de boletos para el Gran Premio de la Ciudad de México, en su edición 2026, y aunque los costos de las entradas están por los cielos, con el regreso de Sergio “Checo” Pérez a la gran carpa, seguramente en unos cuantos días se agotarán.

Nada más para que nos demos una idea, tan sólo para la edición 2025, hubo entradas que además de tener el acceso propio a la zona de Paddock, la más exclusiva a la que puede acceder una persona durante la carrera, también tenían el privilegio de asistir a una fiesta privada con el piloto inglés Lewis Hamilton, a un precio cercano a los 300 mil pesos.

Así que nadie se espante cuando hablamos de cantidades como las que representa la Fórmula 1, particularmente por la carrera desarrollada en la capital del país, la cual se ubica en el cuarto puesto de los grandes premios más caros de la temporada, solamente por debajo de Las Vegas, Mónaco y Miami.

Río de Janeiro: la trágica derrota del Estado

Son esas pequeñas guerras internas las que van socavando a las sociedades, las que las van minando lentamente hasta hacerlas caer en decadencia. El mundo está o debiera estar consternado por lo ocurrido durante el operativo policial en Río de Janeiro ejecutado a inicios de semana; se dice que uno de los más grandes en la historia reciente de Brasil.

Si medimos el éxito por el número de muertes -132 y aumentando-, podremos entender el tono triunfalista con el que el gobernador Cláudio Castro calificó la ofensiva. Más de dos mil quinientos agentes irrumpieron en las favelas de Alemão y da Penha. El objetivo: desarticular las redes del Comando Vermelho, el grupo criminal que domina el tráfico de drogas y armas en buena parte del estado.

La maniobra fue ejecutada por el gobierno local en su totalidad. Brasil es una federación en donde la seguridad pública recae en los estados, y esa división legal se ha convertido en una cómoda excusa política. El gobierno federal arguye que no puede intervenir sin una invitación formal, mientras que los gobiernos estatales aseguran que no reciben ni recursos ni el respaldo suficiente. En el centro quedan las favelas que siguen siendo territorios en disputa en donde ni la policía ni el Estado han logrado imponerse.

A la fractura institucional se suma una fractura ideológica. Castro es un fiel acólito del bolsonarismo que representa la versión más dura y punitiva del combate al crimen. Luiz Inácio Lula da Silva, el presidente, por el contrario, apuesta por reconstruir el tejido social a través de la educación, empleo y control de armas, una estrategia que indudablemente es la ideal, pero de largo plazo, y mientras el crimen, por otro lado, sigue avanzando a grandes pasos.

Ambas visiones parecen irreconciliables, y así, la cooperación entre Río de Janeiro y el gobierno federal se ha vuelto imposible. La seguridad de millones de brasileños quedó atrapada entre dos proyectos de nación que se observan con desconfianza.

Ciertamente hablamos de un operativo mediáticamente espectacular, sin embargo, en el fondo, ¿algo cambio? Trágicamente un centenar de personas (aun siendo criminales), perdieron la vida, sin embargo, hablamos de redes en las que participan miles de delincuentes. Históricamente, cada megaoperativo en Río deja un vacío que otra facción, o la misma bajo un nuevo liderazgo, vuelve a ocuparse en semanas. La represión sin reconstrucción solo distribuye el miedo.

Las cifras oficiales muestran que, pese a los golpes policiales, el Comando Vermelho se ha ido extendiendo a otros estados como Mato Grosso, Amazonas y Pará, por cierto en este último se celebrará la próxima semana la Cumbre de Jefes de Estado asociada a la Conferencia de las Partes de la Organización de las Naciones Unidas (COP30), por lo que hay quien especula que busco “limpiarse” la región previó al encuentro, lo que, guardando las motivaciones y la infinita distancia entre las causas, nos recuerda la matanza de Tlatelolco en donde un número indefinido de estudiantes fueron masacrados previo a los XIX juegos olímpicos en la ahora Ciudad de México.

El operativo en Río de Janeiro puso al desnudo la incapacidad del Estado para hablar con una sola voz, una lucha de narrativas en donde, como siempre ocurre, los pobres de los pobres son los que terminan pagando la cuenta. Río de Janeiro no necesita una guerra, lo que requiere es reconstruir un tejido social que hoy, como está, engendra generaciones y generaciones de criminales, y la seguridad no puede medirse contando día tras día el número de cadáveres.

Nada menos que el universo entero

Nayarita de nacimiento y tapatío de residencia, el artista Aldo Álvarez Tostado develó la escultura “Un jardín” en el área verde de la planta baja abierta del University Tower, el rascacielos residencial ubicado en la esquina de Viena y Lucerna, en la colonia Juárez. La obra realizada en cantera negra, fue la ganadora del concurso organizado por desarrolladora del parque, a la que llegaron alrededor de 70 propuestas, y por la calidad de varias de ellas, el jurado determinó otorgar dos menciones honoríficas, una de las cuales, la del escultor belga Michel François, titulada “Scribble”, fue ubicada en el lobby.

Aldo Álvarez Tostado es profesor de taller en la Escuela de Arquitectura del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Oriente (ITESO). Es fundador y director del estudio de diseño utilitario “piedrafuego” desde 2013; y del espacio de arte disidente “todomundo” desde 2021. Fue seleccionado para la VI Ghetto Biennale 2019 de Puerto Príncipe, acreedor del Art Review / Casa Wabi Residency Award en 2018 y del Premio Juan Soriano en 2023. Su obra ha formado parte de exhibiciones por invitación de curadores como Paulina Ascencio, Mario Ballesteros, Nicolas Bourriaud, Daniel Garza Usabiaga, Ana Elena Mallet y Alberto Ríos de la Rosa, en sedes como Friedman Benda (NYC), Museo de Arte Moderno (CDMX), MUAC, Denver Museum of Art e Instituto Cultural Cabañas.

“Un jardín”, forma parte de la serie “qué hay detrás de la reja”, inspirada en citas textuales del arquitecto Luis Barragán, quien dijo que un jardín bien logrado debía contener “nada menos que el universo entero”. En la develación de la escultura participaron, además del artista, Polina Stroganova, curadora y consultora de arte; Enrique Téllez, co-director de desarrolladora del parque y Enrique Macotela, arquitecto de University Tower. Asimismo, fue develada la escultura “Scribble” en el interior del edificio.

Como parte de las visiones de diálogo constante entre el público y el arte y de relación simbiótica entre arte y arquitectura, Enrique Téllez comentó que está abierta la posibilidad de incorporar a University Tower otras obras de arte, incluso temporales, como instalaciones.

Entre altares y oficinas: lo que las empresas deben mantener vivo

Cada año, el Día de Muertos nos recuerda que las tradiciones no solo se preservan con flores de cempasúchil y velas encendidas, sino también con memoria y gratitud hacia lo valioso. Y aunque parezca un terreno lejano, el mundo laboral no está tan alejado de esta simbología: también hay elementos que deben mantenerse vivos y otros que, sin duda, deberían quedar atrás.

De acuerdo con el más reciente Termómetro Laboral de OCC, la bolsa de trabajo en línea líder en el país, los trabajadores mexicanos tienen claro los elementos que conforman su “ofrenda laboral” ideal: 43% prioriza el equilibrio entre vida y trabajo, mientras que 42% destaca la importancia de un buen salario y prestaciones. En menor medida, los encuestados mencionaron la estabilidad laboral (10%) y el liderazgo claro (5%) como pilares que mantienen encendida la motivación profesional.

Este retrato evidencia que el bienestar ya no se mide únicamente por la remuneración, sino por la posibilidad de disfrutar la vida fuera de la oficina. Las empresas que siguen ignorando esta tendencia corren el riesgo de ver cómo su talento se apaga poco a poco, no por falta de oportunidades, sino por falta de propósito y balance.

Pero, así como se honra lo que da sentido al trabajo, también es necesario enterrar lo que lo deteriora. Cuando se preguntó qué debería “morir” dentro de las empresas para construir relaciones laborales más sanas, cuatro de cada diez trabajadores señalaron el mal liderazgo como el principal problema, seguido de los salarios bajos (20%), la falta de crecimiento profesional (18%) y la sobrecarga de trabajo (16%).

Si los altares del Día de Muertos son un símbolo de permanencia, las “ofrendas laborales” son un recordatorio de que las relaciones profesionales también necesitan cuidado, reconocimiento y renovación constante. En un mercado laboral competitivo, las empresas que sepan escuchar a sus colaboradores y construir entornos humanos serán las que logren que su cultura organizacional trascienda más allá de los años y las modas. Al final, mantener viva una empresa no depende solo de sus resultados financieros, sino de la capacidad de su gente para seguir creyendo en ella.

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