Trump: el espejismo de la victoria de Ucrania

Histriónico como suele ser, Donald Trump sorprendió a la Asamblea General de las Naciones Unidas con un radical cambio de posición respecto a Ucrania. Tras meses de decir que probablemente Kiev tendría que ceder parte del territorio ocupado por Rusia para garantizar una salida pacífica al conflicto, hoy sugiere que en realidad podría recuperar su integridad territorial usurpada por Rusia si se granjea el apoyo de Europa y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), lo que resulta una bofetada para las autoridades de Moscú.

Más allá de la narrativa respecto a un conflicto que ya cumple más de tres años y medio, Trump abrió la puerta a una nueva confrontación con su antiguo rival al calificarlo como un “tigre de papel” y no como una “potencia militar real” algo que puede calar en lo más hondo del presidente Vladimir Putin, muy sensible a cualquier sugerencia de que su país no es un actor global primario, lo que podría verse como una provocación.

Lo que está claro es que no se trató de una ocurrencia y que, cualquiera que esta sea, hay una estrategia que marca un rumbo diferente, mismo que se vio reforzado horas después, cuando el secretario norteamericano de Estado, Marco Rubio, exigió a su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, cesar la matanza en Ucrania.

Moscú no acusó el golpe, sin embargo, reiteró que cualquier intento de Occidente para aumentar el apoyo a Kiev tendría consecuencias. En la práctica, Rusia mantiene su línea: rechaza cualquier presión que amenace sus objetivos territoriales y sigue mostrando capacidad de respuesta militar y nuclear como disuasión.

No está clara la transformación tan contundente de Washington, se habla de un ajuste político interno dirigido a las distintas audiencias una vez que se acercan las campañas a la elección de medio término; la presión de los aliados y del propio Volodymyr Zelenski tras las reuniones bilaterales en la ONU o bien, un intento de la Casa Blanca para reposicionarse como facilitador de una escalada europea en apoyo a Ucrania, sin necesidad de comprometer más tropas estadounidenses.

Del otro lado, Europa se encuentra dividida, hay quien, como el canciller alemán, Friederich Merz, sugiere utilizar activos rusos congelados para financiar a Ucrania, mientras que otros, particularmente los vecinos de la exrepública soviética, llaman a cautela y es que el impacto económico sobre Europa no sería menor.

A la distancia, México ha condenado la invasión rusa a Ucrania (rechazando el uso de la fuerza, defendiendo la integridad territorial y apoyando el diálogo), pero al mismo tiempo se ha negado a sumarse a las sanciones unilaterales.

Si la posición de Trump, más allá del impacto mediático, es sincera, seguramente empezaremos a notar algunas modificaciones, de lo contrario, seguiremos en una espiral de violencia que lleva a un cansancio en el cual Ucrania lleva la peor parte, pero con altos costos económicos y sociales para los contribuyentes rusos.

Maple, Zayu y Clutch: simbolismos del Mundial

Una vez que este jueves se dieron a conocer las mascotas del Mundial de Futbol México, Estados Unidos y Canadá 2026, pareciera que queda de manifiesto nuevamente la preferencia que ha tenido la FIFA por la Unión Americana.

Las mascotas dadas a conocer por vía redes sociales, que son Maple, un alce que representa a Canadá; Zayu, un jaguar que representa a México; y Clutch, un águila que simboliza a Estados Unidos, tienen cada una, su posición en el campo de juego.

Si lo vemos en términos futbolísticos, Maple es un portero que representa lo básico, que es proteger a su equipo de los goles que pudieran hacerle; mientras Zayu, que significa unidad, fortaleza y alegría, es un delantero cuya función principal es buscar meter gol a sus rivales; al tiempo en que Clutch es el mediocampista del equipo, es decir, el llamado 10, que es el que reparte el juego y pone orden en el campo.

Y al menos en la práctica, así ha sido la operación de la FIFA en los últimos meses, ya que su presidente, Gianni Infantino, ha demostrado claramente mayor interés por Estados Unidos que por Canadá y México, o al menos eso es lo que ha parecido, dada la promoción que se le ha dado al balompié en Estados Unidos, sobre todo con la Copa Oro y el Mundial del Clubes, celebrados hace unas semanas en ese país.

Es indudable que, para el italo-suizo, el país de las barras y las estrellas es un nicho valiosísimo, muestra de ello son sus declaraciones y acciones, que han privilegiado la expansión del futbol en ese país, dada la gran posibilidad de que ese deporte pudiera crecer exponencialmente derivado del enorme potencial económico de Estados Unidos, además del apoyo gubernamental, particularmente de Donald Trump, que ha recibido el dirigente de la FIFA en el gran número de viajes que ha realizado a esa nación en los últimos meses.

¿La Luz del Mundo y el CJNG?

El pasado miércoles, autoridades federales y estatales detuvieron a un grupo de 38 personas en el municipio de Vista Hermosa, Michoacán, quienes se identificaron como integrantes del grupo “Jahzer” o “Yasser”, encargado de la seguridad de los líderes, propiedades y eventos de la Iglesia de la Luz del Mundo. Entre los detenidos está la cabeza el grupo, Ángel Aragón Ruiz, y una persona de nacionalidad estadounidense.

Es probable que se resuelva la libertad de la treintena de detenidos, pues sólo se les encontraron una pistola calibre .9 mm y un cargador, réplicas de armas de fuego, equipo táctico, cuchillos, radios de comunicación y un simulador de explosivo. Sin embargo, hay por lo menos tres aspectos que llama la atención.

Primero, fueron capturados cuando realizaban entrenamiento militar en una zona de influencia del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y de conflicto con los Cárteles Unidos, donde se registran enfrentamientos armados, explosiones de minas y ataques de drones, es decir, una zona de guerra. Que los integrantes de la Luz del Mundo pudieran realizar sus prácticas en ese lugar sólo pudo ser con el consentimiento de una de las organizaciones criminales, en este caso del CJNG. Asimismo, por este contexto, es motivo de suspicacia que pobladores denunciaran ante las autoridades que había un grupo armado en el lugar, lo cual por tratarse de las colindancias entre Michoacán y Jalisco, la novedad es que hubiera quien lo denunciara como algo extraño.

Segundo, a raíz del operativo se conoce que la Luz del Mundo cuenta no solo con uno, sino varios grupos dedicados no sólo a la seguridad de la iglesia, sino a secuestrar a víctimas de su líder, el “apóstol” Naasón Joaquín García, quien se encuentra preso en Estados Unidos, sentenciado a 16 años por abuso sexual de cinco víctimas -tres de ellas menores de edad-, y, esta misma semana fue acusado de delitos de tráfico y explotación sexual de menores, junto con otras cinco personas, entre ellas, su madre.

Tercero, de acuerdo a un reportaje de Milenio, los integrantes de “Jahzer” o “Yasser” portan armas de fuego e incluso algunos tienen permiso de portación, pues son policías estatales de Jalisco o municipales de Guadalajara. Asimismo, por lo menos dos miembros de la Iglesia ganaron en la elección judicial como juezas de lo penal y administrativo en Jalisco, la primera de ellas es hija del obispo Nicolás Menchaca Tristán, quien asumió el liderazgo de la iglesia tras el encarcelamiento de Nassón. Por si fuera poco, hay dos diputados de Morena y un senador -Emmanuel Reyes Carmona, presidente de la Comisión de Salud y suplente de Marcelo Ebrard-, de la misma congregación.

Salvo en el caso que se presume de los policías locales utilizando sus armas de cargo para fines particulares, no hay nada ilegal o que impida que los miembros de la Luz del Mundo aspiren a cargos de elección popular o sean servidores públicos. Sin embargo, la detención del grupo “Jahzer” o “Yasser” puede ser el hilo que conduzca a una relación con una organización criminal considerada terrorista por Estados Unidos, con implicaciones muy serias para la estructura de la Iglesia -con aseguramientos de cuentas y bienes, por ejemplo-, donde lo de menos serían los nuevos cargos contra Naasón Joaquín presentados estos días ¿Casualidad?

El costo político de olvidar la seguridad estructural

Septiembre en México es un mes inevitablemente marcado por la memoria sísmica. Recordamos 1985 y 2017 no solo como tragedias, sino como lecciones que aún deben orientar la forma en que pensamos y construimos nuestras ciudades. En el caso de la Ciudad de México, hablar de verticalización urbana sin hablar de seguridad estructural sería un error político, económico y social.

Hoy, más que una discusión técnica entre ingenieros, este es un debate de política pública y responsabilidad empresarial. El desarrollo inmobiliario en altura no es una moda; es una necesidad frente a la presión demográfica, la escasez de suelo y la búsqueda de ciudades más compactas. Sin embargo, la seguridad no puede quedar librada a la buena voluntad de los desarrolladores ni a reglamentos que se revisan solo después de cada tragedia.

México necesita reglas claras, supervisión estricta y un sistema de incentivos que premie a quienes invierten en innovación estructural y materiales de alto desempeño, y que sancione con rigor a quienes levantan edificios sin estándares de resiliencia. La ingeniería ya nos dio la respuesta: cimentaciones profundas, geometrías regulares, control de desplazamientos y uso de concretos avanzados. Lo que falta es garantizar que estas prácticas no sean la excepción, sino la norma.

En este sentido, vale la pena destacar que algunos proyectos —como la torre University Tower en Paseo de la Reforma— han asumido el reto de construir con base en lecciones pasadas y tecnología de última generación. Pero el desafío es mayor: que esta visión no quede confinada a los rascacielos de lujo, sino que se extienda a la vivienda media y popular, donde el déficit de seguridad estructural es más evidente.

La pregunta es incómoda, pero necesaria: ¿seguiremos esperando el próximo sismo para ajustar nuestras regulaciones? La seguridad estructural no debería ser un lujo, sino una política de Estado. Porque en un país sísmico como México, cada edificio que se levanta sin estándares de resiliencia es, en potencia, un riesgo colectivo.

Invertir en seguridad es más costoso al inicio, pero infinitamente más barato que reconstruir vidas, comunidades y economías después del desastre. Esa es la ecuación que deberían entender tanto los desarrolladores como las autoridades.

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